Amanecía en medio de la neblina,
los ojos iban perdidos como cada mañana,
entre las sabanas y la ventana,
mientras la mente vagaba,
solitaria,
arbustos,
arena,
arena,
piedras,
arboles,
mar,
mar,
y un nombre,
que en el aire se dibujaba....
que en el aire se dibujaba....
Como cada mañana con los ojos perdidos,
y una sonrisa que en los labios,
se pintaba,
se pintaba,
mientras el olor al café y el incienso,
en el alma se mezclaban,
el murmullo de su voz a lo lejos,
o tan cerca,
con su suave pintaba...
La despertaba...
La despertaba...
Verdaderamente nadie podía imaginar,
lo que aquel corazón guardaba,
en el tiempo sin espacio,
en la esencia oculta y misteriosa,
en las profundidad del mar,
en barcos de palabras,
en letras de roció que todo lo bañaban,
en la canción donde aun...
Lo soñaba....
Lo soñaba....
Cada amanecer tras aquellos ojos,
habían largas charlas,
que se prologaban hasta entrar la madrugada,
tantas caricias queriendo ser pronunciadas,
y tal vez lo único importante para decir,
era....
En el silencio de su mirada,
En el silencio de su mirada,
cuanto lo amaba.
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