Por extraños laberintos de la mente a veces le gusta pasear, es como salir de viaje sin destino. O subir una gran escalera que la llevara al cielo. De esas escaleras que siempre te dan curiosidad, por saber a donde conducen, que historias se esconden mas allá de sus peldaños. Esas escaleras que te acercaban a las azoteas llenas de estrellas. Allí había pasado gran parte de la noche mirando la Luna, tal vez la Luna que mas se hacia sentir del año. Como si pudiera reflejarse en su piel, sentir en el frio de la noche la tibieza del sol, ver como ella ve. Con los ojos llenos de espera y serenidad. Fasinación? podría decirse que en fondo si, pero mas que facinacion era una atracción.
Una atracción incontenible, por mirarla, verla jugar entre las nubes. Para muchos soledad, para ella compañía. Probablemente solo aquellos que saben de noche la podanían comprender, las largas conversiones en silencio. Podían y pueden saber de confesiones de secretos y anhelos, de cartas escritas en el viento, de besos indiscretos y desvelos.
Quizás seria imposible enumerar cuantos le habían dedicado sus letras, o cuantos habían encontrado bajo su tenue luz a la inspiración. En su nombre se fundían toda clase de amores y desamores. de sueños e ilusiones. No había , ni hay cultura que no hable de ella, diosa que rige las cosechas y la mareas.
Habría tanto para decir, pero tanto a sido dicho sobre ella. Que tal vez solo valga la pena contemplarla. Jugar a atravesar las distancias de lo eterno. Allí donde bajo su mirada se alzan las fogatas y se elevan las chispas de los cuentos, donde se trazan los senderos de los guerreros, donde su magia funde los cuerpos, donde mueve el agua y el fuego, y en los corazones guarda su misterio de laberintos y escaleras.
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