12 de mayo de 2016

Jugando en Portugal....



Algunos dicen que si el sol, te sorprende en Portugal , amaneces en el país de los miradores y los tranvías, aunque para ella era amanecer sintiéndose  la 99, intentando descifrar la receta ultra secreta de los Pastéis de Belém , que se dice que sólo tres personas conocen el proceso, que empieza dos días antes de hornearlo en la llamada 'oficina del secreto'. Y casi 200 años son los que este bocadito de nata lleva entusiasmando a todo el que lo prueba desde que las monjas del convento de los Jerónimos empezaron a hacerlos con sus santas manos, nadie le discutiría entre la canela y el azúcar , que no solo a ella le gustaría conocer tal secreto, pero por ahora se conformaba contener suerte y obtener uno para el desayuno. Pan de nata, que quedaba perfectamente acompañado de Café A Brasileira.

Así con los plumones llenos de aroma a café, a mar , a río, a bosques esperaba los primeros rayos del día . Sentada en terraza de su memoria, bajo la atenta mirada de Fernando Pessoa ,quien entre prosas firmadas por su pléyade de heterónimos, a creado el misterioso halo que lo envuelve hoy, y que sin duda te deja endulzada con dos cucharaditas de emociones la piel.

En una Lisboa, que en su nombre la transporta a otros tiempos , a sus pequeñas calles , con su siete colinas, a la que los años le sientan bien, en su peculiar forma que  se ha unido en los últimos lustro, un deje entre el bohemio y el canalla, que ha conseguido que la modernidad entre en la ciudad sin borrar ni un ápice de su encanto añejo. Y como si fuera esto poco el Tajo te llena la mirada , en un Cristo rey que abre los brazos desde la fe. Tal vez diciendo desde el pasado, lo que los oídos humanos no quieren oir. Como si el tiempo nunca hubiera pasado, y la guerra golpeara una y otra la puerta de los monasterios de nuestras almas. Como si la paz solo pudiera estar entre su manos.


Así la tardecita se le asoma en un pequeño rincón del Palacio de Belmonte, donde el encanto de la primavera junto a ella se sienta. Donde el las paredes en blanco de su cuaderno, el amor se le dibuja, en donde los recuerdos de perfume de flores se le impregnan.

Mientras ella viaja en globos , a través de la rosa de los vientos, que decoran las inmediaciones del Padrão dos Descubrimientos ,en un mapamundi de catorce metros, y en cada pedasito de marmol guarda un sueño. Sueño de globo celeste que utilizan los navegantes para localizar su posición a través de las estrellas, sueños como los que tuvieron tantos otros, en aquellas calles de piedras .


En un abrir y cerrar de ojos, la sensación de haber retrocedido en el tiempo la invade, de ir mas allá de esta vida, de ir hasta la melancolía, a la nostalgia o las pequeñas historias del diario vivir de los barrios humildes. En una música profunda, canción de tabernas que viajan, desde el norte de África, en las noches tristes que arden el los desiertos de su corazón, en las notas de un fado joven, en el canto de siglos y de iglesias , a una virgen 

desconocida,  rodeada de palmeras. Fado sin ser triste ni alegre , que desea todo sin tener fuerza para desearlo, fatiga del alma que se mezcla entre el flamenco y tango ,rebentiko de algunos enamorados, que aun bailan entre sus parpados.
Y el cielo como apiadándose de las células, deja caer , como un remanso de paz ,la sensación de entrar en una nube de agua, con gotas minúsculas que empapaban la belleza tranquila del Palacio de la Peña. Siglos que van apareciendo en distintos entornos. 

Un itinerario mágico que empieza en la estación de Cais do Sodré , hacia la desembocadura del río. 

En camino idílico de pasiones en los inmensos jardines de pequeño castillo de Regaleira, donde los laberintos se entrelazan entre la fantasía y el misterio,que envuelve las torres y las fuentes , como en un vergel de fascinantes cuentos. Allí la encuentra la noche jugando al escondite entre los jardines de su memoria entre playas y acantilados, entre tantas vidas que pasan a su lado.


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